En sólo dos minutos sobre la hierba, Phil Foden cumplió con lo que no había podido Riyad Mahrez durante más de una hora. La primera vez que tocó el balón, el internacional inglés encontró una zona muerta en la muralla del Atlético para activar a Kevin de Bruyne, cuya facilidad para cargar el área le ha granjeado fama universal. En su 50º partido de Champions con el City, el belga hizo la diferencia con pasmosa facilidad, aunque todo Manchester puede brindar por la habilidad de Foden.
«Phil es muy profundo, muy directo. Sabíamos que con su energía y con la de Gabriel Jesús podíamos cambiar nuestro tono algo plano. Además, Jack Grealish es especial en dar continuidad al juego», ilustró Pep Guardiola en su primera aparición ante los micrófonos, sabedor de la relevancia de ese triple cambio. Porque en el minuto 68, el City sólo había rematado una vez a portería. Y a balón parado.
«Intuíamos que jugarían 5-3-2, pero luego han ajustado con Griezmann de extremo derecha y Joao Félix de extremo izquierda. En la prehistoria, hoy y dentro de 100.000 años, atacar contra un 5-5-0 es muy difícil. Simplemente no hay espacio», abundó Guardiola, azuzando el debate con la que se habían manejado las horas previas. En la batalla de los estilos, el City al menos se impuso por la mínima. Su 71% de posesión y 695 pases (90% de acierto) se tradujeron en 15 remates, aunque sólo dos bien dirigidos. De los seis taponados por la defensa, ninguno tan peligroso como el que pudo significar el doblete para De Bruyne.
AL BORDE DE LA SANCIÓN
El capitán del City acumula ya 11 goles y 17 asistencias en el máximo torneo con la camiseta skyblue. Unas cifras que distinguen al mejor centrocampista llegador del mundo, capaz de sembrar el terror con sus diagonales. Cumplida la treintena, ha alcanzado una madurez con la que imponerse incluso en partidos tan espesos como el planteado por Simeone. Suyo fue el primer disparo de su equipo, con un libre directo hacia donde la esperaba Oblak. Suya la llegada que no supo leer a tiempo Felipe. Y suyas también un par de acciones a destiempo que bien podrían haber valido una amarilla. Su ausencia en el Metropolitano habría resultado letal para Guardiola.
En cualquier caso, entre las lecciones que puede extraer el técnico español para la vuelta, ninguna tan evidente como la importancia de Foden. Porque al canterano le bastó algo menos de media hora para dejar su mejor actuación en la Champions. Ante una zaga que empezaba a acusar el desgaste, su frescura y su habilidad resultaron simplemente decisivas. A la acción del gol, en la que supo quitarse de encima la presión de Kondogbia, Lodi y Reinildo, representó sólo el preludio de otras dos escenas de fantasía. En la primera, su caracoleo por la derecha dejó en la lona a otro par de defensores. En la siguiente, su pase con el exterior puso de nuevo a De Bruyne mano a mano frente a Oblak.